sábado, 19 de octubre de 2013

El crucifijo representa un inigualable acto de amor.

La Asamblea de Obispos Católicos de Quebec invitó a los legisladores a valorar esta imagen de Jesucristo.
La Iglesia no exige que el crucifijo permanezca en la Asamblea ni que se retire, pero sí desea recordar su significado: el crucifijo representa el mayor acto de amor, de Cristo dando su vida. No es un objeto de museo, o un simple recuerdo del pasado o una pieza de patrimonio. Debe ser tratado con el respeto debido a un símbolo fundamental de la fe católica. La "Carta de Valores de Quebec", un texto que proscribe los símbolos religiosos en las instituciones públicas bajo el argumento del carácter laico del estado. Puede ser cierto que el estado sea secular, pero la sociedad es pluralista; y el crucifijo es venerado por millones de personas de todas las naciones, y por la mayoría de los quebequenses.

Unamuno y el crucifijo.

La presencia del Crucifijo en las escuelas no ofende a ningún sentimiento, ni aun al de los racionalistas y ateos; quitarlo, ofende al sentimiento popular, hasta el de los que carecen de creencias confesionales. ¿Qué se va a poner donde estaba el tradicional Cristo agonizante? ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? O ¿qué otro emblema confesional? Porque hay que decirlo claro, y de ello tendremos que ocuparnos: la campaña es de origen confesional. Claro que de confesión anticatólica y anticristiana. Porque lo de la neutralidad es una engañifa

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